¿Qué he hecho hoy por mi alumnado?

La pregunta que titula esta entrada fue la que cambió mi vida docente y la que vino a mi cabeza tras un día de clase de Educación Física con mi alumnado de secundaria. No fue una clase especial, de hecho, fue una más de las que iban engrosando mi colección de sesiones finalizadas/superadas con mi alumnado y de las cuales me empezaba a sentir un poco hastiado. Un día más, una sesión más, un contenido más, pero me embargó la duda. ¿En qué ayudaba lo trabajado ese día en clase a mi alumnado?¿qué situación o problema de su vida cotidiana precisaría de lo "aprendido" en esa clase? La respuesta fue meridianamente clara: mi alumnado no iba a tener una mejor vida por saber hacer el saque de abajo en Voleibol.



¿Quiere decir esto que no han de aprenderlo? Pues depende de para qué. Por el simple hecho de aprenderlo, cumplir el curriculum y aprobar un examen, claro está que no tiene por qué. Ahora bien, si el hecho de aprenderlo es como camino a la ocupación del tiempo libre y de ocio, como la mejora de la relación con los compañeros, respeto de normas, etc, pues, indudablemente, sí hay que aprenderlo. Llegados a este punto, entonces, el cambio de posición ha de ser si el objetivo y la evaluación han de basarse en la correcta realización de la habilidad, o bien en el uso de dicha habilidad para los cometidos que hemos reseñado anteriormente. Nuevamente, la respuesta me fue bastante clara. El objetivo ha de ser el uso de la habilidad como excusa, y no como fin, pues solo en ese caso habremos hecho algo por nuestros alumnos y sus vidas.

Esta misma reflexión se me fue planteando de forma, cada vez más insistente, en relación a todos los contenidos que abordaba en mis clases, fueran estos del área que fueran. Las respuestas, al igual que me ocurrió en Educación Física, eran meridianamente claras.

Bajo mi punto de vista, y respetando, como no puede ser de otra manera, las opiniones que a tal respecto puedan surgir, es que hemos, de forma inmediata, de repensar el curriculum de la educación, desde Educación Infantil hasta, por lo menos, Bachiller. No estaría mal, llegado el caso, que también analizáramos el universitario.

Al igual que me pasó en su día con el saque de abajo en Voleibol, pasa con los tiempos verbales y su memorización, las raíces cuadradas, las partes de una planta, los decámetros o hectómetros, el año en que se inventó la imprenta o la bombilla, etc. No me sirve de nada "aprender" esos contenidos si no los sé aplicar a situaciones reales, a resolver problemas que me encuentre en mi vida. Dicho esto, también creo que hay contenidos en el curriculum (de cualquier área y etapa) que nunca en nuestra vida nos ayudarán a solucionar problemáticas de la misma.

Pero volviendo a la pregunta o reflexión que nos planteamos en un párrafo anterior ¿Qué quiero decir al referirme a repensar el curriculum?

Pongámonos en antecedentes. Analicemos el origen de dicho curriculum, que se sitúa en torno a la revolución industrial en la que había que dotar de una serie de conocimientos a los futuros obreros que, sin opción a la crítica, habían de desempeñar de la manera más eficaz posible (lo de eficiente no llegó hasta avanzado el s. XX) un trabajo en un factoría. Ahí la escuela, hasta entonces dirigida a las élites sociales, hubo de extenderse para abarcar gran parte de la población. De ese origen con objetivos industriales aún conservamos el entrar y salir de clase en fila, los timbres, el organizar las clases en hileras, etc. Poco a poco, en los lugares donde se toman las decisiones vieron que eso de la escuela era bueno y que había de ser extendido hasta el hecho de convertirlo en obligatorio (afortunadamente) y que el alumno o alumna había de recibir una cultura general en la cual tendríamos que hacer llegar a sus cabezas la historia universal del ser humano, la historia natural y sus leyes físicas, el manejo de la gramática, la posibilidad de aprender una lengua extranjera, y demás contenidos que, con cada reforma curricular, independientemente del país en que nos encontremos, iban engrosando y engordando dicho curriculum.

Hasta el momento poco o nada que objetar. Las fuentes de información estaban "encerradas" en lugares concretos. Llámense libros en las bibliotecas o llámense recursos personales, esto es, en las cabezas de maestros, filósofos, médicos, religiosos, etc. Por lo tanto, al alumnado había que ponerlo cerca de esos lugares y de esas personas para que "aprendieran".



Conforme el tiempo iba avanzando encontrábamos, cada vez más, tintes de especialización en ese curriculum. Del maestro generalista y el libro de "Saberes generales", vamos pasando a especialistas en todas y cada una de las áreas de conocimiento que se abordaban en las carreras universitarias. (recordemos que en muchos casos, la única salida profesional que se encuentra al estudiar una determinada carrera es la enseñanza, aunque ello no significa que se incluya en el plan de estudios aspectos relacionados con la Pedagogía y la Didáctica). De este modo, las aulas comenzaron a ser dirigidas, no sólo por maestros, sino por expertos y expertas en Ingeniería, Matemáticas, Física, Química, Latín, Griego, Historia, Lenguas Extranjeras, Tecnología, Educación Física, Bellas Artes, Informática, Literatura, etc. Cada una de esas personas luchando por su área de conocimiento, entendiendo que el futuro de la humanidad dependía de que los chicos y las chicas "dominaran" los contenidos que, en pos de la mejora y de su futuro, les iban transmitiendo con ahínco. Si bien la multiplicación de las áreas del curriculum en sí no me parece un error, sí lo es el hecho de constituirlas en compartimentos estancos de entre 45 minutos y una hora de duración, sin nada que ver con lo que se tratará en los siguientes tramos horarios o con lo que se trató en los anteriores, lo cual unido a  la escasa coordinación docente, hace que esa diversidad de áreas, materias o asignaturas (cada reforma las llama de diferente manera) constituya un aspecto clave en el fracaso de nuestro sistema educativo. Y así llegamos hasta nuestros días. Para otra entrada dejaremos el hecho de que el sistema educativo ha sido supeditado el negocio editorial, siendo los libros los que organizan el proceso de enseñanza-¿aprendizaje?. 


De nuevo, bajo mi punto de vista, es que si bien ese modelo (que nunca me convenció) tenía cabida en aquella sociedad en que el conocimiento estaba, como hemos dicho anteriormente, encerrado en lugares físicos, no puede ser perpetuado en la sociedad actual, donde más que nunca el conocimiento es "líquido", flexible y accesible. Donde las bibliotecas son públicas, donde existen centros de acceso gratuito a internet, donde la mayor parte de la población tiene dicho acceso en su casa (o en su bolsillo) y donde la mayoría de los centros (con más penas que gloria) también tienen dicha posibilidad. Entonces ¿por qué limitar el acceso a la cultura a lo escrito en dos dimensiones en un libro de texto, a una colección de contenidos descontextualizados de la realidad en que ha de vivir nuestro alumnado?.



Ese sería uno de los problemas angulares del sistema educativo, el cual, viene ligado al que a continuación vamos a tratar. Continuamente escucho que se precisa una cultura general, una base sólida de conocimientos sobre los cuáles evolucionar como seres humanos y poder desenvolvernos en la sociedad. Es por ello que, en muchos sectores, se defiende a ultranza el paradigma de los contenidos, pero la pregunta quizás sería ¿Qué es cultura?¿La cultura es sólida?¿Quizás estable? Mi punto de vista es que la cultura es fluida, flexible, que evoluciona y cambia. Pero yendo un poco más allá ¿Qué es ser culto hoy en día? La respuesta no creo que sea conocer (literalmente) una gran colección de contenidos. Ser culto no es saber que Carlos V abdicó en Felipe II en 1556 o que la batalla de las Navas de Tolosa fue en 1212. Tampoco considero que sea saber el mecanismo de resolución de las raíces cuadradas, o de los límites o integradas. Ni mucho menos recitar los elementos de la tabla periódica o las valencias de un determinado elemento o compuesto químico. No creo, en la misma línea, que ser culto sea saber que forma verbal es el pretérito perfecto o el pluscuamperfecto. Ser culto o culta es adecuarse a las condiciones de la vida en que hemos de desenvolvernos; tener cultura es ser capaz de saber a qué equivale un tanto por ciento de descuento en unas compras, cuánto esfuerzo económico te supondría comprar un determinado bien de consumo, aplicar las susodichas raíces cuadradas al número de lozas que habrían de utilizar para solar el suelo de tu salón. Ser competente a nivel cultural supone que un banco no te engañe con cláusulas redactadas para confundirte o, en su caso, usar el presente simple, pretérito perfecto o el imperativo (quizás sin saber que tiempo o modo verbal usas, pero si usarlo de forma correcta) al realizar una reclamación a tu compañía telefónica o de electricidad. Ser culto no es saber la tabla periódica, sino saber que existe un elemento llamado Calcio que si realizas ejercicio físico se fija a tu hueso y retrasa o previene la osteoporosis. Tener cultura es emocionarse ante una canción, una obra arquitectónica o un cuadro (desafortunadamente el arte y la música cada vez tienen menos cabida en los diseños curriculares, sobre todo en Primaria). En definitiva, ser culto o culta, parafraseando a Javier Fernandez Franco (@javierfrancofer) no es saber, sino saber usar lo que sabes ¿De qué me sirve saber hacer raíces cuadradas si no se aplicarlo en mi día a día?¿De qué me sirve saber/recitar y memorizar los tiempos verbales si no soy capaz de redactar correctamente o comunicarme con eficiencia?¿Y saber la fecha de abdicación de Juan Carlos II sin ser capaz de analizar y extraer conclusiones de la razón por la que lo hizo?¿De qué me sirve "fill in the blanks" en inglés, o saberme la lista de verbos irregulares si después no soy capaz de comunicarme en  esa lengua?¿De qué me sirve saber las partes de una planta si no soy capaz de valorar la influencia o impacto humano en la naturaleza?¿De qué me sirve saber calentar si después cuando juego un partido o salgo a correr no caliento? Dicho lo anterior, ¿por qué seguimos en el paradigma de los contenidos?¿Por qué hacemos los exámenes que hacemos?¿Por qué preguntamos las cosas que preguntamos? Cada uno responderá en función de sus creencias, teorías implícitas o ideas preestablecidas. Pero, como posible ayuda para responder, termino como empecé ¿Qué he hecho hoy para mejorar la vida de mi alumnado?.


Comentarios